Códice Borgia

Venus juega un papel central en la imaginería de los eclipses en el Códice Borgia, una fuente tlaxcalteca que presenta numerosos eventos de Venus y proporciona una comprensión de cómo los aztecas pueden haber visto al planeta en sus múltiples transformaciones. Lo que se desprende de este estudio de la narrativa Borgia es que se requieren muchos avatares diferentes de Venus para contar la historia de la transición de Venus de estrella de la mañana a estrella de la tarde, representada en una sección dedicada a la larga estancia en el inframundo durante la conjunción superior. A lo largo de la narración, Quetzalcóatl representa a Venus en todos sus aspectos, pero su imagen sufre sutiles transformaciones que reflejan el ciclo sinódico de Venus, y de manera similar, Xólotl representa a Mercurio en todos sus aspectos, pero su imagen sufre transformaciones para mostrar los cambios en el curso del ciclo sinódico de Mercurio. Las imágenes visuales de la narración se corresponden estrechamente con las posiciones de Venus y Mercurio en el transcurso de un año y muestran las posiciones cambiantes de estos dos planetas en 1496, el año del único eclipse solar total registrado en las fuentes aztecas. Venus es claramente primordial tanto en las crónicas aztecas como en el Códice Borgia, un importante repositorio de muchas creencias del centro de México que no fueron registradas por las crónicas españolas. La narrativa sigue siendo la fuente más importante para nuestra comprensión de los cambios de matiz en los planetas Venus y Mercurio. La identificación de otros planetas en la narrativa astronómica es más difícil y debe seguir siendo especulativa, pero las variantes de diferentes colores de Tezcatlipoca pueden representar la Luna, Marte y Júpiter. A pesar de la frustración de no contar con fuentes adecuadas para identificar otros planetas además de Venus en las crónicas aztecas, hay una gran cantidad de información sobre astronomía en la narrativa borgiana que nos ayuda a identificar a los dioses planetarios y también mejora nuestra comprensión de los mitos aztecas, como el relato de Tlahuizcalpantecuhtli como el señor del amanecer vencido por la luz del Sol y el sacrificio de Quetzalcoatl y su transformación en la estrella de la mañana.

Cultura Azteca

Los mexicas fueron el último de varios grupos de cazadores y recolectores nómadas y seminómadas (chichimecas) que emigraron de forma bastante constante desde los desiertos del norte de México hacia los valles más fértiles del centro del país. Al asentarse entre pueblos agrícolas ya establecidos, los mexicas adoptaron muchos de sus rasgos culturales, vinculándose abiertamente a civilizaciones anteriores (especialmente Teotihuacán y Tula) y a las legitimidades vinculadas a esos venerados antepasados. Sin embargo, al igual que sus predecesores migratorios, los mexicas también conservaron muchas características de su estilo de vida chichimeca (como las habilidades guerreras, las deidades especiales y los títulos honoríficos) después de establecerse en la Cuenca de México. Los mexicas eran sólo un grupo étnico identificable en la región; había una considerable diversidad étnica en la cuenca durante los últimos doscientos años antes de la llegada de los españoles. Los aztecas eran enterrados o incinerados al morir. La cremación era más común. En ambos casos, el cadáver era lavado y vestido y luego envuelto en un fardo; seguían ceremonias que incluían comer, beber y guardar luto. Los restos de los individuos incinerados (colocados en un contenedor) y los cadáveres de los demás eran enterrados junto con sus posesiones. La vida de ultratumba de una persona estaba determinada por la forma en que moría. Para un hombre, la muerte en el campo de batalla o en el altar de los sacrificios era la más honrosa y daba lugar a la más gloriosa vida después de la muerte: acompañaban al sol en su viaje diario desde su salida hasta el cenit.