Jefes Militares

Jefes Militares en México

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Introducción a Jefes Militares

Definición de Jefes Militares

Ver el significado de Jefes Militares en el diccionario jurídico y social.

¿Qué puede enseñar México sobre las relaciones cívico-militares?

Uno de los condicionantes políticos que ha afectado a la mayor parte de América Latina en el siglo XX es la participación de las fuerzas armadas en los asuntos políticos. La mayoría de los ejércitos de la región han tomado el control de sus respectivos gobiernos en algún momento desde la década de 1950 o han ejercido un control sobre el liderazgo civil. México, sin embargo, ha sido una notable excepción desde la década de 1930. Después de la Revolución Mexicana de 1910, con la excepción de Francisco Madero, Venustiano Carranza y Emilio Portes Gil, todos los presidentes de 1911 a 1946 fueron generales que habían luchado en la revolución. Un grupo de esos veteranos destacados, así como algunos civiles prominentes bajo el liderazgo del ex presidente Plutarco Elías Calles, crearon una organización política, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), en 1928-29, para unificar el liderazgo posrevolucionario.

El PNR se convirtió en un vehículo central para establecer un liderazgo civil fuerte, un liderazgo que pudiera competir eficazmente con un grupo envejecido de generales ambiciosos que querían seguir ejerciendo influencia en el proceso político de México. Después de que el general Lázaro Cárdenas llegara a la presidencia en 1934, creyó que el medio más eficaz para subordinar al ejército al liderazgo civil era incorporar a los miembros de las fuerzas armadas formalmente al partido como uno de sus cuatro sectores de apoyo. Su filosofía era que mantener a los militares formalmente involucrados en la política era la mejor manera de evitar que controlaran el sistema político. Sin embargo, su sucesor y último presidente militar de México, el general Manuel Ávila Camacho, invirtió la estrategia de Cárdenas, eliminando por completo el sector militar del partido, restringiendo la participación directa de los oficiales militares en la política electoral sin el permiso del secretario de defensa nacional. En cambio, algunos oficiales seleccionados fueron nominados para puestos en el Congreso y el Senado, y varios oficiales de carrera continuaron sirviendo como gobernadores. Desde el punto de vista financiero, el gasto federal en las fuerzas armadas se redujo significativamente con el paso del tiempo y acabó cayendo en picado hasta situarse en un porcentaje (del presupuesto total) entre el tercio inferior de todos los países. Desde la década de 1920 hasta la de 1940, el cuerpo de oficiales se profesionalizó a través de un intenso entrenamiento en el Heroico Colegio Militar, que socializó a los oficiales de carrera para que dieran absoluta lealtad a sus superiores y a su comandante en jefe, el presidente de México.

A partir de 1946, los mandos civiles y militares desarrollaron un acuerdo no escrito en el que las fuerzas armadas se subordinaban indiscutiblemente a sí mismas y a sus misiones a los mandos civiles, al tiempo que aceptaban sólo modestos aumentos de personal y material. A cambio, se permitió a la cúpula de las fuerzas armadas ejercer una considerable autonomía dentro de sus filas, incluyendo el enjuiciamiento de sus propios miembros por infracciones legales, crímenes y abusos de los derechos humanos, y la asignación de su presupuesto federal para usos específicos dentro de las fuerzas armadas. Al sacrificar el control sobre esas decisiones, los líderes civiles excluyeron a los militares del proceso general de toma de decisiones durante el resto del siglo, estableciendo firmemente un patrón ininterrumpido de subordinación militar al gobierno civil.

Revisor de hechos: Tom
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Recursos

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Notas y Referencias

Véase También

Desarrollo Político

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