Legitimidad Democrática

Legitimidad Democrática en México

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Legitimidad Democrática en el Derecho Parlamentario

Concepto y análisis ofrecido por el Diccionario universal de términos parlamentarios, de la Secretaría de Servicios Parlamentarios de la Cámara de Diputados: Legitimidad denota título de poder. Legítimo, del latín legitimes, es un adjetivo para calificar lo que es conforme a las leyes y lo que es cierto, genuino y verdadero en cualquier línea (DLE). Democrática, adjetivo perteneciente a la democracia. Democracia, palabra que deriva del griego: demos, pueblo, kratos, poder, autoridad. Por el consiguiente, para poder decir qué es lo que tiene, o cuándo existe legitimidad democrática, es preciso definir la «democracia» y esto no es tarea fácil. En efecto, hay muchas definiciones de la «democracia», algunas breves: «Gobierno de, por y para el pueblo», «gobierno por la discusión»; otras no tan breves: «Forma de gobierno caracterizada por la de aquellos que gobiernan hacia aquellos que son gobernados», y otras extensas, en el entendimiento de que éstas pueden clasificarse en dos grupos: a) Las que incluyen elementos de la teoría democrática clásica; y b) aquellas cuyo propósito es revelar las realidades del proceso democrático como la que será transcrita a continuación.

Desarrollo de Legitimidad Democrática en este Contexto

Democracia es un sistema de gobierno en el cual las decisiones «surgen de un proceso de debate, en el cual el poder se ha distribuido de manera suficientemente uniforme y amplia, como para que ningún grupo o sección única dentro de la forma de gobierno, pueda continuamente y sin peligro, ejercer un poder hegemónico, y en el cual cada individuo esté suficientemente protegido de un control externo arbitrario, por organismos privados o gubernamentales como para poder participar con libertad en el debate y utilizar sin temor los recursos políticos que controla». Esta definición, como todas las que sobre la democracia se han vertido y se seguirán vertiendo puede ser criticada por razones de forma o fondo; pero a nuestro juicio es plausible y por ello la invocamos. En el texto trascrito, hemos a propósito dos palabras debate y poder y una frase que puede resumirse en el concepto seguridad, por que expresan las dimensiones básicas de la democracia. Cada vez se arraigan más la convicción de que, sólo mediante el diálogo, la confrontación objetiva, el cotejo imparcial de las ideas y desechando los recursos violentos que sólo generan más , se debe ejercer el gobierno democrático, en el cual, el cambio y las decisiones convenidas de las que depende la cohesión social, sean resultado de la controversia argumentada con propuestas factibles, y la persuasión de que, por ser éstas lógicas, oportunas y eficaces, son las convenientes para el bienestar común. El poder debe ser ejercido acuerdo con las conclusiones del debate; pero sobre todo, debe garantizar que la discusión se lleve al cabo con respeto recíproco entre los interlocutores en el campo político. La seguridad es obviamente indispensable, pues sólo cuando los susodichos interlocutores saben de cierto que están protegidos sus a participar en el debate, responderán a sus convicciones verdaderas. De aquí se infiere que el debate es la base esencial de la democracia. Ahora bien, el debate reclama necesariamente de la libre exposición de opiniones que en armoniosa síntesis conformen la llamada opinión pública, porque sólo así, ésta será expresión racional, firme y válida de la voluntad general y no mera imitación inducida por el contagio psicológico colectivo. La opinión pública referida a la unidad del Estado «cumple ante todo una función de legitimación de la autoridad política y del orden por ella garantizado».

Más Detalles

La opinión pública se forma con ideas generales y de fácil comprensión y no con ideas que por su profundidad o por su elevación requieran de amplios conocimientos filosóficos, científicos o técnicos, o de una capacidad intelectual de excepción. «Es específico de la opinión pública de la actualidad su carácter racional, bajo la forma de la «sana razón humana.»» 1. «Entre los pocos componentes de carácter político, absolutamente firmes, que integran la opinión pública actual figuran sus democráticos. Puede afirmarse sin exageración que en los pueblos civilizados del día no existe para la opinión pública otro modo de legitimación de la autoridad política que la legitimación democrática, aunque ciertamente reciba nombres muy diferentes. Entendemos por legitimación democrática la justificación inmanente del poder del Estado por el pueblo, y las varias direcciones se diferencian en la actualidad entre sí, únicamente por el contenido diverso que dan al concepto de pueblo»… «Tanto la volonté generale de carácter democrático formal como el espíritu nacional del pueblo son únicamente variedades de la idea de la legitimidad democrática y también lo es la justificación que se pretende basada en leyes naturales, de la negación marxista del Estado, que moviliza a los hombres en nombre de una democracia económicosocial.» 2. Ahora bien, la «voluntad general», «el espíritu nacional del pueblo» modelados por la opinión pública, deben manifestarse con libertad y transparencia, no sólo en los comicios electorales, sino desde los procesos internos mediante los cuales los partidos políticos postulen a los candidatos que serían portavoces de su oferta política. Bien puede decirse que «la justificación inmanente del Estado por el pueblo» será más amplia y firme, si los representantes de éste son electos con limpieza y sin subterfugios legaloides, si se institucionaliza convenientemente la igualdad; si se respetan cabalmente las de los ciudadanos y si, cuando existe división de opiniones entre los representantes populares, se aplica la regla de acatar la resolución de la mayoría, pero tomando en cuenta el fundamento teórico que la sustenta: «Una mayoría deber tener siempre una mayoría de representantes; pero una minoría de electores deber tener siempre una minoría de representantes» (PERICLES NAMORADO URRUTIA).

Legitimidad Democrática en el Derecho Parlamentario

Introducción General

Legitimidad denota título de poder. Legítimo, del latín legitimes, es un adjetivo para calificar lo que es conforme a las leyes y lo que es cierto, genuino y verdadero en cualquier línea (DLE). Democrática, adjetivo perteneciente a la democracia. Democracia, palabra que deriva del griego: demos, pueblo, kratos, poder, autoridad. Por el consiguiente, para poder decir qué es lo que tiene, o cuándo existe legitimidad democrática, es preciso definir la democracia y esto no es tarea fácil. En efecto, hay muchas definiciones de la democracia, algunas breves: Gobierno de, por y para el pueblo, gobierno por la discusión; otras no tan breves: Forma de gobierno caracterizada por la responsabilidad de aquellos que gobiernan hacia aquellos que son gobernados, y otras extensas, en el entendimiento de que éstas pueden clasificarse en dos grupos: a) Las que incluyen elementos de la teoría democrática clásica; y b) aquellas cuyo propósito es revelar las realidades del proceso democrático como la que será transcrita a continuación.

Desarrollo de Legitimidad Democrática en este Contexto

Democracia es un sistema de gobierno en el cual las decisiones surgen de un proceso de debate, en el cual el poder se ha distribuido de manera suficientemente uniforme y amplia, como para que ningún grupo o sección única dentro de la forma de gobierno, pueda continuamente y sin peligro, ejercer un poder hegemónico, y en el cual cada individuo esté suficientemente protegido de un control externo arbitrario, por organismos privados o gubernamentales como para poder participar con libertad en el debate y utilizar sin temor los recursos po
líticos que controla. Esta definición, como todas las que sobre la democracia se han vertido y se seguirán vertiendo puede ser criticada por razones de forma o fondo; pero a nuestro juicio es plausible y por ello la invocamos. En el texto trascrito, hemos a propósito dos palabras debate y poder y una frase que puede resumirse en el concepto seguridad, por que expresan las dimensiones básicas de la democracia. Cada vez se arraigan más la convicción de que, sólo mediante el diálogo, la confrontación objetiva, el cotejo imparcial de las ideas y desechando los recursos violentos que sólo generan más , se debe ejercer el gobierno democrático, en el cual, el cambio y las decisiones convenidas de las que depende la cohesión social, sean resultado de la controversia argumentada con propuestas factibles, y la persuasión de que, por ser éstas lógicas, oportunas y eficaces, son las convenientes para el bienestar común. El poder debe ser ejercido acuerdo con las conclusiones del debate; pero sobre todo, debe garantizar que la discusión se lleve al cabo con respeto recíproco entre los interlocutores en el campo político. La seguridad es obviamente indispensable, pues sólo cuando los susodichos interlocutores saben de cierto que están protegidos sus a participar en el debate, responderán a sus convicciones verdaderas. De aquí se infiere que el debate es la base esencial de la democracia. Ahora bien, el debate reclama necesariamente de la libre exposición de opiniones que en armoniosa síntesis conformen la llamada opinión pública, porque sólo así, ésta será expresión racional, firme y válida de la voluntad general y no mera imitación inducida por el contagio psicológico colectivo. La opinión pública referida a la unidad del Estado cumple ante todo una función de legitimación de la autoridad política y del orden por ella garantizado.

Más Detalles

II. La opinión pública se forma con ideas generales y principios de fácil comprensión y no con ideas que por su profundidad o por su elevación requieran de amplios conocimientos filosóficos, científicos o técnicos, o de una capacidad intelectual de excepción. Es específico de la opinión pública de la actualidad su carácter racional, bajo la forma de la «sana razón humana.» 1. Entre los pocos componentes de carácter político, absolutamente firmes, que integran la opinión pública actual figuran sus principios democráticos. Puede afirmarse sin exageración que en los pueblos civilizados del día no existe para la opinión pública otro modo de legitimación de la autoridad política que la legitimación democrática, aunque ciertamente reciba nombres muy diferentes. Entendemos por legitimación democrática la justificación inmanente del poder del Estado por el pueblo, y las varias direcciones políticas se diferencian en la actualidad entre sí, únicamente por el contenido diverso que dan al concepto de pueblo… Tanto la volonté generale de carácter democrático formal como el espíritu nacional del pueblo son únicamente variedades de la idea de la legitimidad democrática y también lo es la justificación que se pretende basada en leyes naturales, de la negación marxista del Estado, que moviliza a los hombres en nombre de una democracia económicosocial. 2. Ahora bien, la voluntad general, el espíritu nacional del pueblo modelados por la opinión pública, deben manifestarse con libertad y transparencia, no sólo en los comicios electorales, sino desde los procesos internos mediante los cuales los partidos políticos postulen a los candidatos que serían portavoces de su oferta política. Bien puede decirse que la justificación inmanente del Estado por el pueblo será más amplia y firme, si los representantes de éste son electos con limpieza y sin subterfugios legaloides, si se institucionaliza convenientemente la igualdad; si se respetan cabalmente las políticas de los ciudadanos y si, cuando existe división de opiniones entre los representantes populares, se aplica la regla de acatar la resolución de la mayoría, pero tomando en cuenta el fundamento teórico que la sustenta: Una mayoría deber tener siempre una mayoría de representantes; pero una minoría de electores deber tener siempre una minoría de representantes (PERICLES NAMORADO URRUTIA).

Fuente principal: Diccionario Parlamentario (México)[1]

Recursos

Notas y Referencias

  1. Diccionario Universal de Términos Parlamentarios, Secretaría de Servicios Parlamentarios, Dirección General de Bibliotecas, México

Bibliografía

BECKER L., Carl, Modern Democracy, Yale University Press, New Haven, 1941.

GRAEM C., Moodie y Gerald Suddert-Kenedyy, Opiniones, públicos y grupos de presión. Fondo de Económica, México, 1975.

HERMAN, Heller, Teoría del Estado, Fondo de Económica, México, 1974, 7a. reimp.

SCHULZ B., Ernest, Democracy, Barrón's Educational Series, Nueva York.

Recursos

Véase También

Bibliografía

BECKER L., Carl, Modern Democracy, Yale University Press, New Haven, 1941.

GRAEM C., Moodie y Gerald Suddert-Kenedyy, Opiniones, públicos y grupos de presión. Fondo de Cultura Económica, México, 1975.

HERMAN, Heller, Teoría del Estado, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, 7a. reimp.

SCHULZ B., Ernest, Democracy, Barrón's Educational Series, Nueva York.